El sábado, en la manifestación para apoyar a Zapatero
El sábado, en la manifestación para apoyar a Zapatero
Fernando de Haro
No es plato de gusto. Salir a la calle para intentar influir en la política de un Gobierno constituye el último o el penúltimo recurso. Manifestarse sin sentirse seriamente incómodo porque los canales habituales de participación ciudadana se hayan obstruido, porque el diálogo sea casi imposible, suele ser síntoma de que se ha cedido a una impaciencia nada constructiva.
La democracia no se edifica, primordialmente, coreando consignas o agitando lemas sino generando obras. Lo describía formidablemente Alexis de Tocqueville. "En una comunidad local –afirmaba el autor de la Democracia en América-, un ciudadano piensa que hay alguna necesidad que no ha sido atendida. ¿Qué hace? Cruza la calle y lo discute con sus vecinos. Comienza así a funcionar un comité sobre dicha necesidad (...). Todo lo cual lo hacen los ciudadanos privados por su propia iniciativa".
Pero hay ocasiones en las que es necesario no sólo cruzar la calle sino cruzarse en la calle para exigir al poder político que deje funcionar con libertad a los cuerpos intermedios de los que habla Tocqueville, para que corrija el rumbo o para reforzarlo. Este último es el caso de la manifestación convocada para el próximo sábado por la Asociación de Víctimas del Terrorismo que apoya el PP.
Los dirigentes de la AVT han cometido excesos verbales como los de asegurar que “Zapatero trafica con las sangre de las víctimas”. Acebes se ha equivocado al afirmar que “el proyecto de Zapatero es el mismo proyecto que el de ETA”. A pesar de todo, la concentración merece ser secundada para que los esfuerzos para acabar definitivamente con el terrorismo del presidente del Gobierno, de éste o de otro, acaben con éxito. Es bueno para España que el mal llamado proceso de paz se cierre bien. Para conseguirlo las cosas se tienen que hacer con orden, sin prisas y sin concesiones intolerables, como se están haciendo en el Reino Unido.
A Zapatero le está cogiendo el toro. Desde que ETA declarara el alto el fuego no ha sido suficientemente leal con el PP y, por eso, no ha conseguido ponerlo de su lado. ETA en los últimos días ha exigido que se den pasos. Fue lo que reclamó la banda terrorista en la famosa entrevista del 14 de mayo en Gara. El 25 de mayo, Permach amenazó con que todo se podría acabar si el juez Fernando Grande Marlaska encarcelaba a los líderes de Batasuna. Jesús Eguiguren, el hombre del PSE que lleva años hablando con el entorno etarra, le dijo a Zapatero que no iba de farol. Eso explica –en ningún caso justifica- que el presidente del Gobierno echara los pies por alto en la segunda jornada del Debate sobre el Estado de la Nación y avalara las conversaciones de los batasunos con el PSE.
Zapatero, que está dispuesto a todo antes que a entenderse con los populares, se arrima al morlaco y pone la política delante de la paz. Aunque no esté dispuesto a admitirlo, a Zapatero le ha venido muy bien el enfado que esta semana ha exhibido Rajoy. Las críticas del líder de la oposición a la claudicación que supone hablar de política antes de la verificación del alto el fuego las puede utilizar Zapatero a modo de capotazos frente a la bestia. El presidente necesita templar y mandar, o mandar y templar, a una Batasuna que está crecida. Para que pueda hacerlo con autoridad no hay nada que le pueda venir mejor que un Madrid rebosando de españoles de cualquier clase y condición que reclamen que no se ceda al chantaje de los terroristas.
Zapatero necesita recuperar la iniciativa, encontrar sosiego, reorganizar la agenda para negociar desde una posición de fuerza, generar un auténtico consenso social y no dejarse llevar por esa ansiedad que le inclina a repartir premios políticos. La manifestación del próximo sábado, si es multitudinaria, le ayudara a todo ello.
Punto de encuentro
Los lectores de Páginas Digital que deseen participar de forma conjunta en la concentración convocada este sábado 10 de junio por la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Madrid pueden acudir a las 17,30 a un punto de encuentro que está fijado en el número 47 del Paseo de Recoletos.
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