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Eugenio Nasarre: la faceta más desconocida de un diputado con principios

Eugenio Nasarre: la faceta más desconocida de un diputado con principios
 
Lunes 26 de junio | Derechos humanos

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El diputado popular, Eugenio Nasarre, es conocido por su defensa firme de los valores del humanismo cristiano, llegando a romper la disciplina de voto con su partido si fuera necesario. Lo que es menos conocido es su experiencia vital: su primer hijo, Mauro, nació con parálisis cerebral severa, un hecho que ha marcado su vida y la de su familia.


SEMANARIOALBA.COM .- “El protagonista principal de esta historia es mi hijo Maura y mi mujer; ella iba a empezar a prepararse oposiciones y optó por quedarse al cuidado de su hijo”. Así comienza el diputado popular Eugenio Nasarre, el relato de su experiencia vital. Una experiencia que -asegura- resultaría incomprensible fuera de su condición de cristiano.

“Nosotros vivíamos un cristianismos normal, pero este hecho nos ha acompañado nuestra vida matrimonial y familiar y lo hemos intentado vivir con una praxis cristiana”, asegura en un acto organizado por Familias para la Acogida. “Nos ha ayudado que ambos hayamos compartido esta visión común”, señala. “No es una experiencia heroica o ejemplar, sino normal, que a mi mujer y a mi nos ha enriquecido”, concluye.

El nacimiento de Mauro

La historia comienza en el parto. Eugenio no estaba presente porque según explica entonces se entendía como un acto propio de la madre. “Había que salvaguardar el pudor”. El parto de su primer hijo, Mauro, se complicó. Primero les dijeron que estaba en la incubadora. Después, el médico acudió “pálido” para informarles que su hijo sufría una lesión cerebral irreversible. “Más tarde nos enteramos que probablemente obedeció a una negligencia médica, pero nunca se nos pasó por la cabeza reclamar; en la relación médico-paciente el paciente debe depositar la confianza en el médico”.

Nasarre recuerda la mujer que reclamó a un médico por no haber abortado a su hijo deficiente. “Una buena muestra de la degradación moral de nuestra sociedad”, sentencia.

La reacción ante el nacimiento de un hijo con parálisis cerebral

“Los médicos tenemos una grave responsabilidad; desde el diagnóstico prenatal debemos de tener el valor para ser lo menos dramáticos e invasivos posible, creando la afinidad y diálogo para que los padres acepten al hijo discapacitado y sigan adelante con su vida”, señala el Dr. Paolo Arosio, responsable de la asociación italiana Familias de Giovanni de familias con hijos discapacitados. “No sabemos dónde nos va a llevar esta historia de la asociación, pero es útil para nosotros y para nuestros hijos; juntos, vivimos mejor”.

“La primera reacción es shock, te sientes confuso y deprimido”, explica Arosio. “En esta fase de desesperación se acumulan pensamientos confusos de abandono del hijo”, añade.

Rechazo de la lástima

La ayuda “se agradece y conforta”, apunta Nasarre. Pero cuando se convierte en compasión o lástima, se convierte en una “carga insoportable”. “Parece como si la felicidad consistiera en liberarse de esa carga que supuestamente genera infelicidad”, señala. “Por eso nosotros lo hemos rechazado crecientemente y los hermanos de Mauro, también la rechazaban”. “Se respira juicios y prejuicios sobre nuestros hijos que hay que superar”, apunta el Dr. Arosio.

Según Nasarre, es posible otra perspectiva alternativa a la compasión y la lástima: “la aceptación de ese ser humano tal cual es; esa es la clave”. Es descubrimiento vital de esa dignidad -señala el diputado popular- es una experiencia que enriquece. Este es el testimonio de los padres, pero también de los hermanos. “Mauro siempre fue el benjamín para sus hermanos”, señala con cariño. Por cierto que Nasarre se permite también un consejo educativo: “Lo mejor, es el hermano, es insustituible por cualquier otra cosa”.

"Todo se convertía en una búsqueda de la sonrisa de Mauro"

Tras el shock, llega la racionalización. “Tu libertad está llamada a actuar, a acoger a tu hijo”, señala el Dr. Arosio. Lo que no cabe –explica el responsable de Familias de Giovanni de hijos con discapacidad- es evitar la pregunta, “arrastrarse como si nada hubiera pasado, olvidarnos de nuestra realidad, de nosotros y por tanto de nuestro hijo”. La pregunta de ‘¿por qué a mi’? resulta pues obligatoria en esta primera fase. “Ninguno pensamos que nos vaya a ocurrir a nosotros y no debemos de censurar nuestro deseo de felicidad”, concluye el Dr. Arosio.

La aceptación, sin embargo, debe de ser no sólo intelectual, sino también vital, “del afecto y la comunicación”, apunta Nasarre. “Pasábamos largos ratos con él y el niño iba incorporando la relación; de vez en cuando sonreía y todo se convertía en una búsqueda de la sonrisa de Mauro”, señala con la nostalgia del hijo que falta.

Renuncia

La aceptación también pasa por la renuncia, porque como es lógico, la discapacidad afecta a toda la familia. “Algunos lo ven como un sacrificio, pero nosotros lo vemos como una ayuda para jerarquizar, distinguir lo importante de lo secundario”. Para Nasarre, esas renuncias “no sólo las fuimos asumiendo, sino apreciando”.

Sin embargo, reconoce que atender a un enfermo supone un “plus de carga y fatiga” y lamenta haber encontrado apoyos insuficientes, “quizás por el miedo por la impericia, porque hay que saber ayudar”. En todo caso, recuerda que la ayuda enriquece a quien la da y es bien recibida por los familiares cuidadores del enfermo. En este sentido, el Dr. Arosio, defiende la sociedad exija a las autoridades públicas una mayor implicación “una intervención justa”.

Fracaso

Esta es la experiencia de la familia Nasarre. Una experiencia enriquecedora que parte de la aceptación de su hijo enfermo y de las renuncias que pudieran producirse. Esta es la clave del éxito. Pero también del fracaso. El diputado popular afirma conocer muchas familias fracasadas: “El rechazo, la no aceptación, lleva a situaciones dramáticas; en un caso que conozco, la madre desapareció, algunos matrimonios se rompen por considerarlo una carga insoportable”. “Un hijo con discapacidad o afianza o destruye el matrimonio”, concluye Arosio.

La segunda causa del fracaso, según Nasarre, es la búsqueda de responsables: Dios que me envía un castigo injusto, el médico que actuó negligentemente, el Estado que no ayuda suficientemente. Además, añade Nasarre, también cabe la aceptación con amargura. “Se acepta como un deber, pero como una situación injusta”, explica

El ‘tránsito’

Por último, hay que saber asumir la muerte, explica Nasarre, que termina su relato con las palabras que pronunció durante el funeral de Mauro, a los 23 años de edad. “Debemos mucho a este ser indigente; él nos ha enseñado que el sufrimiento es la vida misma y ahora, nos sentimos desvalidos sin Mauro”. Sin palabras.
 

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