REIVINDICAN LA MEZQUITA
REIVINDICAN LA MEZQUITA
Ayer pudimos ver en la tele el espectáculo que montó el Sr. Escudero –iman o jefe supremo de los musulmanes españoles- orando ante los muros de la Mezquita de Córdoba, en protesta por la negativa del Sr Obispo a permitir el uso de la Catedral para hacer las oraciones que prescribe el Corán.
Además le acusó de no ser respetuoso con los preceptos evangélicos y de intolerante. No pudo estar el imán Escudero más desacertado al acusar de intolerante al Sr Obispo porque toda la Historia de los musulmanes está plagada de intolerancia y en el mismo Corán se ordena el exterminio de los infieles.
¿Qué otra cosa hicieron los mahometanos al conquistar Córdoba? Degollar a trescientos cristianos que se refugiaron en una iglesia, situada al parecer en la llamada Colina de los Quemados, en el actual Parque Cruz Conde; arrebatar a los españoles la Basílica de San Vicente para edificar su mezquita, cuyas columnas y capiteles aprovecharon, y hoy pueden verse, en la primera parte de la edificación y en el Arco de Bendiciones con las cruces borradas a golpe de cincel; razziar España entera destruyendo templos y degollando cristianos, como ocurrió con los doscientos monjes de San Pedro de Cardeña; martirizando a cuantos mozárabes cordobeses se atrevían a confesar su fe.
La coexistencia pacífica de judíos, musulmanes y católicos en los tiempos del Califato no es más que mera utopía. El actual Campo de los Mártires es el lugar donde se martirizaba a los cristianos. La torre desmochada de San Lorenzo es la única señal que queda de las iglesias que mandó destruir Abdalá.
De tolerancia musulmana, nada de nada.
Hace bastantes años, allá por los cuarenta, atravesaba yo el interior de la Catedral para asistir a la Misa Parroquial en el Sagrario, y muy próximo al Mirhab había un grupo de personas que miraban curiosos y atónitos a un hombre arrodillado en una alfombrilla haciendo una serie de genuflexiones propias de la oración coránica. Nadie le molestó.
En la Capilla del Sagrario existen unos recuadros pintados en sus paredes donde se narran los martirios de ocho o diez mozárabes cordobeses, de una larga cincuentena, que sufrieron la muerte por confesar a Cristo en tiempos de Abdalá.
Relatos sacados posiblemente del Memorial de los Santos, escrito por San Eulogio que sufrió también el martirio en la explanada frente al Palacio Califal.
La oración solitaria de aquel musulmán que vi hace años nada tiene que ver con la reivindicación que ahora pretenden los discípulos de Mahoma para el uso común de la Mezquita.
Bien ha hecho el Sr. Obispo de Córdoba en decirle al imán Escudero que de compartir la Mezquita, nada de nada.
Los pocos musulmanes que hay en Córdoba caben sobradamente en el morabito del Campo de la Merced.
29 Diciembre 2006
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