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Las aulas no producen la violencia

Las aulas no producen la violencia

Las aulas no producen la violencia
Mª Helena Vales-Villamarín Navarro
Orientadora. Colegio Altaduna. Almería

 

Soy docente y estoy rodeada de compañeros y compañeras que sufren en su lugar de trabajo los frutos de la violencia escolar.

Mi abuelo era maestro, un gran maestro, y era considerado entre sus alumnos y entre los padres de sus alumnos como una autoridad, digna de respeto y consideración pues se dedicaba a enseñarles, confiaban ciegamente en la figura del profesor y en la institución escolar.


La violencia escolar, reflejo de una sociedad en crisis.


¿Qué ha pasado?, ¿qué ha cambiado?, ¿cuál ha sido el punto de inflexión?.

Los medios de comunicación nos presentan casos de violencia escolar e indisciplina que denotan el deterioro de la convivencia en las aulas, el desprestigio de la profesión docente ante la sociedad y la falta de soluciones reales por parte de la autoridad competente y no se trata de un interés coyuntural o alarmismo, la violencia escolar es un tema serio y es el reflejo de una crisis social.


De qué otra cosa podemos hablar cuando un profesor recibe una soberana paliza de un exalumno y es grabado por su alumna a través de un teléfono móvil, cuando dos profesoras de primaria son agredidas por una madre en desacuerdo por el trato recibido por su hija en el Colegio, la mandíbula de otro profesor rota por un puñetazo propinado por un padre a la salida de un Colegio de EPO, cuando tres alumnas de un Colegio de Ponferrada rompen la tibia, peroné y tobillo de una compañera de clase y otros casos similarmente escabrosos que con frecuencia leemos en el periódico: maltrato o acoso entre iguales, agresiones de alumno a profesor, padres a profesores, … y todo tipo de permutaciones.

 

Soluciones al problema o parches temporales.

 

Este tipo de incidentes ha llevado al Consejo Escolar del Estado a elaborar un documento sobre la violencia escolar motivado por la alarma social y la sensación de indefensión del profesorado y, además, se crea un Observatorio Estatal de la Convivencia Escolar cuyo objetivo es analizar la dimensión exacta del problema y proponer soluciones y la formación de especialistas en convivencia con el objetivo de prevenir los conflictos como desarrolla la LOE.


Toda medida para paliar un problema creciente como el que estamos tratando es válida pero no se encontrará la solución si no se va a la raíz, las medidas tomadas son superficiales, son parches que contienen la herida pero no la sanan.


Reforzar la autoridad del profesor.


Ir a la raíz del problema supondría afrontar el tema de la autoridad del profesor en España.


Tenemos como referencia a otros países europeos; podemos analizar brevemente el caso de Finlandia que obtuvo los mejores resultados académicos en las pruebas PISA, no así España que quedó bastante malparada, y  dónde mejor es considerada la figura del maestro y la enseñanza. Este prestigio social e intelectual del profesorado debe suponer un esfuerzo y un objetivo por parte de este Estado quien invierte en la enseñanza y formación de sus futuros ciudadanos prestigiando a sus docentes. El ingreso en las carreras de pedagogía se hace según rigurosa selección, sus sueldos están en un término medio y el 26% de los alumnos que terminan Bachillerato aspiran a ser docentes. Un modelo en nada similar al español.


En España observamos una pérdida de autoridad por parte del profesor que es consecuencia de la pérdida de autoridad de los padres. Por parte de la administración debería promoverse acciones para que las familias se impliquen más en la educación de los hijos, dejándose guiar y asesoras por los especialistas que son los docentes, los profesores, confiando y reforzando su figura.

 

Recientemente se celebraron unas Jornadas en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Mérida donde familias y profesores evaluaban la situación educativa de los escolares de cero a 12 años. Una de las conclusiones era que “se detectaba una gran falta de motivación e interés en la Primaria. Los profesores se sienten poco valorados y recuerdan a las familias la responsabilidad que tienen de trasmitirles buenos valores y normas de conducta a sus hijos. Los padres, aunque se consideran los primeros responsables de la educación de sus hijos, admiten no saber cómo afrontarlo en determinadas situaciones”.

 

Es evidente que la labor del docente, del profesor, del maestro es fundamental, que el Estado debe invertir en su formación y reforzando su prestigio social e intelectual,  en lugar de aumentar el número de normas, directrices y reglamentos.

 

El poder de la televisión.

 

Otra causa del problema de la violencia escolar es la influencia de la televisión. Controlar este punto sería ir a la raíz de las causas. Los medios de comunicación y las influencias externas a la familia y a la escuela rompen las enseñanzas y la educación que los maestros intentan inculcar a los niños. La televisión es el medio que más influye negativamente en los alumnos.

 

El contacto con la violencia trasmitida a través de la televisión, videojuegos o Internet (drogas, asesinatos, atropellos, violaciones, prostitución, sexo, …) influye necesariamente en la agresividad de los jóvenes consumidores.

 

El Director General de Coordinación y Política Educativa afirmaba que “no se puede deducir que la situación de violencia o de ruptura de la convivencia sea general ni tampoco preocupante”. Creo que el primer paso para solucionar un problema es saber que lo tenemos. Mientras que la administración educativa no sea consciente del problema que se está generando en la base de nuestra sociedad seguiremos dando soluciones parciales que no llegan a solucionarlos. “La escuela no es la que produce violencia” pero la sufre, por eso la violencia escolar es reflejo de una sociedad en crisis. No podemos contentarnos con “prevenir conflictos, reforzar la convivencia y que las medidas tengan el mayor consenso y apoyo posible”, estas soluciones lanzadas desde la administración son una parte pequeña de la solución.

 

Cuidar al núcleo de nuestra sociedad.

 

Desde los Colegios vemos que otra causa es la inestabilidad familiar. El resultado de años de una legislación y una práctica social contraria a la familia. El divorcio, el divorcio exprés, las uniones de hecho han conformado un escenario legal en el que la unión entre hombre y mujer es circunstancial y de fácil ruptura, mientras que el matrimonio de un hombre con una mujer para toda la vida, y el compromiso de los dos en la educación de los hijos, aparte de no ser específicamente reconocido por la legislación vigente, se presenta como un modelo caduco y retrógrado. Si desde el Estado  no se  protege el núcleo básico sociedad que es la familia, los hijos, como fruto de esas familias, estarán inermes frente a una sociedad sin valores y sufrirán los continuos embates de una sociedad en crisis.

 

Para una libertad responsable: Educación en valores.

 

Al mismo tiempo que se duda por parte de la administración si realmente hay un problema de violencia en las aulas o la autoridad competente en materia educativa lanza el balón fuera afirmando que “la violencia no la produce la escuela”, en ese impás, lento y repleto de parches, se siguen emitiendo leyes y mensajes a nuestros jóvenes que favorecen la absoluta autonomía en el desarrollo de la actividad sexual; se pretende así mismo que limite el consumo de alcohol o evite excesos  apelando a su “responsabilidad” sin darle pautas, valores o formación orientada a que conozca lo que es y conlleva actuar libre y responsablemente, en una edad en la que las hormonas hacen el control sobre la conducta más difícil.
El sistema educativo actual reclama los valores que emanaban de las asignaturas que actualmente se tratan de erradicar y se ponen como “alternativa y sin valor académico”, asignaturas que nos hablaban de familia, respeto, autoridad, exigencia, esfuerzo, libertad con responsabilidad, respeto a las personas, sentido trascendente del hombre,… y los frutos de estos valores desaparecidos son los que han llevado la violencia a nuestra sociedad y, poco después, la violencia a las aulas.

 

No en todas las aulas hay violencia escolar.

 

Quizá el problema de la violencia en la escuela exija invertir más dinero en educación, desplegar más policías en torno a los colegios, aprobar normas que den más autoridad a los profesores, hacer que se cumpla la normativa horaria de televisión para los menores, … pero todo ello será secundario mientras no se refuerce la educación en valores desde las familias y las escuelas, mientras los padres no eduquen en libertad responsable ejerciendo su autoridad en la tarea de primeros educadores de sus hijos, mientras no refuercen el papel del profesor confiando en que son los especialistas en educación y que en ellos encontrarán un gran apoyo en la formación de sus hijos, mientras no se proteja desde todos los ámbitos a la familia como núcleo de la sociedad.

 

Estas son algunas de las soluciones que sofocarían el problema desde la base, mientras no se atajen por ahí  seguirá habiendo violencia escolar “en algunas aulas” por que en aquellos centros educativos donde la familia, los valores y la educación integral de la persona son lo primero y la figura del profesor es valorada por toda la institución educativa no hay signos de violencia  escolar. Esta es la prueba de que las soluciones aportadas son las correctas.

 

Mª Helena Vales-Villamarín Navarro

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