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Históricamente incorrecto. Para acabar con el pasado único Complejos históricos de los españoles

Históricamente incorrecto. Para acabar con el pasado único Complejos históricos de los españoles

 

Escaparate de Libros
Históricamente incorrecto. Para acabar con el pasado único Complejos históricos de los españoles

Autor: Juan Sánchez Galera,Jean Sévillia
24-05-2006
W29/06

<a href="http://www.aceprensa.com/art.cgi?articulo=12598" target="_blank">http://www.aceprensa.com/art.cgi?articulo=12598</a>

Estos dos libros coinciden en el ánimo iconoclasta con que abordan la interpretación tópica de algunos eventos históricos y en su ánimo divulgador.


El periodista francés Jean Sévillia (1) lo hace con algunos episodios de historia mundial. Los cátaros o la Inquisición, así como el período de la Ilustración y la Revolución Francesa son algunos de los temas que trata. Según su propia confesión, Sévillia quiere divulgar con un estilo ameno y cercano la verdad histórica, sin caer en lo políticamente correcto. Sévillia advierte que para la mentalidad políticamente correcta lo importante no es comprender el pasado, sino dar una versión conforme con la cultura actualmente dominante.

 

El libro del empresario Sánchez Galera (2) hace lo mismo, pero se limita a la historia de España. Así, somete a revisión la expulsión de los judíos o la "leyenda negra" de España y sus colonias. Al final tiene un capítulo dedicado al problema del nacionalismo.

Los dos autores, aunque no son historiadores profesionales, se apoyan en investigaciones documentadas sobre los temas que tratan.

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(1) Jean Sévillia. "Históricamente incorrecto. Para acabar con el pasado único". Ciudadela Libros. Madrid (2006). 398 págs. 22 €. T.o.: "Historiquement correct". Traducción: Elena Pazat.

(2) Juan Sánchez Galera. "Complejos históricos de los españoles". Libros Libres. Madrid (2006). 185 págs. 13,95 €.
 
 
 

ES LA REALIDAD, ESTÚPIDOS

ES LA REALIDAD, ESTÚPIDOS

Europa, de resaca

Por Paul Johnsonhttp://exteriores.libertaddigital.com/articulo.php/1276231795

http://exteriores.libertaddigital.com/articulo.php/1276231795

La historia enseña, una y otra vez, que no hay atajos. Las sociedades humanas avanzan siguiendo el camino duro; no hay alternativa. El comunismo prometía la Utopía en la Tierra. Tras tres cuartos de siglo de sufrimientos indecibles, la Unión Soviética colapsó entre privaciones y miserias, dejando a la inmensa Rusia con una economía no mayor que la de la minúscula Holanda. Ahora asistimos al espectáculo que nos depara otro experimento hedonista, la UE, en el momento en que aprende las cosas desagradables de la vida.
La Unión Europea se erige sobre una fantasía: que los hombres y las mujeres pueden trabajar cada vez menos, tener vacaciones cada vez más largas y jubilarse a una edad más temprana al tiempo que ven crecer sus ingresos, en términos reales, y su nivel de vida. Este milagro debe ser obra y gracia de una iluminada regulación burocrática de todos y cada uno de los aspectos de la vida.
La UE es un concepto francés, y en gran medida sigue siendo gestionada con ideas francesas. Y Francia es el país arquetípico de la Unión. Si usted tiene un trabajo fijo en el Hexágono, su vida es, en teoría, idílica: trabaja 35 horas a la semana; por lo general, tiene cuatro semanas de vacaciones en agosto y otras tres a lo largo del año, además de 11 festividades nacionales; y recibe una completa atención médica incluso durante la jubilación. La edad de retiro varía, pero ahora suele estar en los 55 años. Las pensiones pueden ascender a entre dos tercios y tres cuartas partes del salario percibido en el momento de acceder a la jubilación.
Todo esto es maravilloso, pero depende, incluso en teoría, de que la Unión Europea se expanda continuamente, de que su economía funcione a pleno rendimiento, de que su productividad se incremente sensiblemente y de que el mundo viva en una paz profunda, resguardado en un lujoso nido, mullido y bien tranquilo. Pero en la vida real las cosas son distintas.
La UE ha descubierto, desde el otoño de 2001, que tiene poca capacidad para determinar los acontecimientos porque sus fuerzas armadas son reducidas, carecen de recursos suficientes y están obsoletas y mal entrenadas. Aparte de provocar problemas en la ONU, Francia y Alemania –esos antiguos gigantes militares que una vez hicieron temblar al mundo– son meras comparsas. Francia, seguida de la aún más reticente Alemania, se ve obligada a tomarse en serio la Defensa por primera vez en muchos años, con lo que sus cálculos presupuestarios se han visto desbordados. 
Jacques Chirac, presidente de Francia.Francia recibió un tremendo golpe cuando más de 10.000 ancianos murieron, exhaustos, durante una ola de calor –algunos de ellos, mientras se encontraban, supuestamente, bajo cuidado médico en los hospitales–. Por culpa de la jornada semanal de 35 horas y las largas vacaciones de agosto, los hospitales estaban cortos de personal. Las familias de los que murieron también estaban de vacaciones.
Y, otro duro golpe que cayó al mismo tiempo, el Gobierno francés descubrió que su plan de beneficios al desempleo para trabajadores a tiempo parcial de la industria del ocio, aunque generoso, no contaba con la financiación suficiente y estaba al borde del colapso. El Gobierno decidió súbitamente suspender los beneficios. A resultas de ello los trabajadores fueron a la huelga, y prácticamente todos los festivales culturales importantes, el orgullo de la industria turística francesa, hubieron de ser cancelados.
Todo esto son síntomas de una dolorosa enfermedad: una depresión, de alcance continental, nacida del descubrimiento de que la prosperidad de la UE es una casa construida sobre la arena. Mientras la economía americana remonta, la de la UE permanece estancada, rozando la recesión. La jornada semanal de 35 horas es espléndida... si uno tiene un empleo; pero ¿qué pasa con los millones de personas, y cada vez son más, que están fuera del mercado laboral y cuyos subsidios se ven amenazados ahora por recortes o por adelantos en el plazo de vencimiento? El paro, ya elevado, está creciendo en Francia y Alemania.
Hay planes para recortar la mano de obra en prácticamente todas las industrias. Los trabajadores han pasado a ser demasiado caros, especialmente en Francia y Alemania, donde los pagos a la Seguridad Social cuestan al empresario casi tanto como los salarios. En una tentativa desesperada por poner su economía en movimiento, Francia está determinada a recortar los impuestos, aunque esto elevará su déficit a unos niveles estrictamente prohibidos por las normas que rigen para la divisa común europea, el euro. París se arriesga, así, a que le sean impuestas enormes multas, o, más probablemente, a que se derrumbe la confianza en el euro.
La verdad es que la UE ha estado viviendo por encima de sus posibilidades, y las facturas le están llegando puntualmente.
Los pronósticos para la Europa continental son siniestros. El plan de mejora perpetua del que depende la UE se basa en la expansión económica contínua. No hay previsión para el estancamiento. Como vemos en Japón, el estancamiento, una vez entra en escena, puede durar muchos años. Los americanos deberían estar contentos, sobre todo por la suprema bendición de contar con una economía gestionada por empresarios, no por burócratas, o que –bajo una sabia gobernanza– se gestiona a sí misma.
El eminente historiador Paul Johnson acaba de presentar su último libro: American Presidents Eminent Lives Boxed Set: George Washington, Thomas Jefferson, Ulysses S. Grant.

¿Por qué se miente tanto sobre la II República?, ¿No sorprende tantas mentiras sobre la II República?

  ¿Por qué se miente tanto sobre la  II República?, ¿No sorprende tantas mentiras sobre la II República?
 Lleva razón el historiador
14 de abril, un triste aniversario Paul Johnson  
EDITORIAL
“ La izquierda de hoy, como la de entonces, sigue considerando la democracia como algo de "su exclusiva propiedad" y a la derecha como una opción política sin legitimidad para tener el poder emanado de las urnas. ”

El reconocido historiador británico Paul Johnson ya indicó que nuestra guerra civil había sido "el acontecimiento del siglo XX sobre el que más mentiras se han escrito". Buena parte de ellas se centran en la descripción de la época que la precedió, una Segunda República que se nos pinta con vivos colores como un jardín del Edén, con el fin de hacer resaltar más el blanco y negro con que se retrata la guerra, con unos malos muy malos y unos buenos muy buenos. La izquierda y la derecha, por dejarlo más claro, y para que no se pierda nadie.

Así, aquel habría sido un régimen de libertades que estaba llevando a cabo "un colosal impulso modernizador y democratizador", pese a "la desleal oposición de quienes creían, y siguen creyendo, que este país es de su exclusiva propiedad", según nos revela un ridículo manifiesto de nuestros titiriteros hecho público hace pocos días. La propaganda no puede ser más burda, por cuanto aquella república se caracterizó por ser construida por media España contra la otra media. "Todas las iglesias de Madrid no valen la vida de un republicano", afirmó el más famoso republicano, Azaña, en una sentencia repulsiva que resume bien aquella época. Lo más sagrado para al menos la mitad de España no valía lo que la vida, no de un español, sino de un español de la secta que había traído la república.

Y es que si en el nacimiento de la república colaboraron intelectuales y políticos que deseaban instaurar una democracia liberal, la iniciativa fue tomada, desde el mismo momento de la redacción de su constitución, por una izquierda que creía que el régimen era de su exclusiva propiedad. Si pronto comenzó la quema de iglesias, bibliotecas y centros escolares, la carta magna se impregnó no de laicismo, sino de odio a la religión. Por reseñar un ejemplo, muy apropiado para estos días, en 1933 se suprimió la celebración de Semana Santa en prácticamente toda España. Además, los elementos liberales que la constitución podía tener quedaron en nada con la aprobación de la Ley de Defensa de la República, que permitió al gobierno suspender incontables actos políticos de la oposición, además de cerrar unos 100 periódicos de derechas. Ese fue el impulso "democratizador".

En cuanto a los logros políticos de los gobiernos de entonces, cabe indicar que el bienio gobernado por la izquierda logró aumentar las cifras de huelguistas, parados y hasta de muertos de hambre. La reforma agraria, bandera de su programa, fue ejecutada con mayor eficacia por el posterior gobierno de Lerroux, pero no resultó eficaz en ningún caso. La ampliación en número de las escuelas públicas fue contrarrestada por el cierre de colegios religiosos, promulgado desde el más atroz sectarismo. Ese fue el impulso "modernizador".

Durante los cinco años en que pervivió la Segunda República, prácticamente todos los sectores políticos se alzaron contra ella. Los anarquistas, Sanjurjo y, sí, la izquierda, con el PSOE al frente, en 1934, en un intento de golpe de estado con el que, como afirmó Madariaga, "la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936". Estando en el gobierno el Frente Popular, amenazados de muerte en el mismo Parlamento los líderes de la derecha, y asesinado uno de ellos, se alzó en armas parte del Ejército. En ese momento se inició una lucha en la que la tercera España, la liberal, no estuvo en ningún bando. El resultado de aquella guerra hubiera sido en cualquier caso una dictadura, ya fuera militar o "del proletariado", es decir, comunista al estilo soviético.

Esa es la herencia que reivindica hoy la izquierda de Zapatero; esa es la bandera que colgarán, incumpliendo sino la letra sí el espíritu de la ley, de muchos ayuntamientos españoles. Y es que la izquierda de hoy, como la de entonces, sigue considerando la democracia como algo de "su exclusiva propiedad" y a la derecha como una opción política sin legitimidad para tener el poder emanado de las urnas. Así pues, creen oportuno reivindicar "los valores" de un régimen que consistió en expulsar del sistema a media España, pues ese es el objetivo que desean acometer hoy. Como sea.