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Benedicto XVI pide a España que cumpla los acuerdos Iglesia-Estado

Benedicto XVI pide a España que cumpla los acuerdos Iglesia-Estado

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Y el Gobierno responde que “no puede hacer más caso al catecismo que al programa”, olvidando que a quien hay que hacer caso es a la ley.

El Papa Benedicto XVI envió este sábado, 20 de mayo, un mensaje bien claro al presidente del Gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero: Los valores del matrimonio y de la familia tradicional se han de respetar. Aprovechando el acto de presentación de credenciales del nuevo embajador español en el Vaticano, Francisco Vázquez, el Pontífice censuró la ley del matrimonio gay al mismo tiempo que exigió que la enseñanza de Religión católica se imparta “en condiciones equiparables” a las otras asignaturas fundamentales, “como contemplan los acuerdos Iglesia-Estado”. 

Zapatero, como respuesta, optó por ‘lanzar balones fuera’ y, en boca del secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleja, aseguró que el Gobierno “no puede hacer más caso al catecismo que al programa”. En un acto celebrado en Alcázar de San Juan, con motivo de los dos años de gobierno socialista, Moraleda aseguró también que “carece de sentido que el Estado financie a la Iglesia, porque la Constitución Española recoge que el Estado español es aconfesional”. El secretario de Estado considera que el Gobierno debe respetar todas las opiniones y confesiones y, por su parte, la Iglesia Católica “tiene la responsabilidad de buscar mecanismos de autofinanciación”.

La audiencia celebrada en la biblioteca privada del Papa duró aproximadamente unos 20 minutos. En ella, Benedicto XVI abogó ante Vázquez por la pervivencia y la preservación de los valores cristianos tradicionales en la sociedad, le recordó el derecho a la vida de las personas, “desde su concepción hasta el ocaso natural”, y también el derecho “a nacer, a formar y a vivir en familia, sin que ésta se vea suplantada u ofuscada por otras formas o instituciones diversas”. Con esas palabras, de manera indirecta, el Pontífice condenaba el aborto y la eutanasia, así como los matrimonios entre personas del mismo sexo.

“Imprescindible valor social de la familia”

El Papa incidió también en la necesidad de que las relaciones entre España y la Santa Sede “se refuercen y progresen, reflejando el respeto y el entrañable afecto de tantos españoles por el Papa”. También tuvo algunas palabras para recordar su próximo viaje a Valencia, el 8 y 9 de julio, para participar en el V Encuentro Mundial de la Familia, que le permitirá, según dijo, “celebrar la belleza y la fecundidad de la familia fundada en el matrimonio, su altísima vocación y su imprescindible valor social”.

El discurso de Vázquez se centró en destacar que su nombramiento conlleva “una clara voluntad de diálogo por parte del Gobierno de España, que ha designado como embajador ante Su Santidad a un político (él), que nunca ha ocultado su condición de católico y que siempre ha intentado ser públicamente consecuente con su fe” y se ha felicitado porque Benedicto XVI haya elegido España como “uno de los primeros países que visitará en su Pontificado”, con motivo del viaje a que hizo referencia el Papa.

Sin embargo, la actitud mediadora del nuevo embajador español ante la Santa Sede no impidió las “taimadas” declaraciones del secretario de Estado Moraleja, como las califica Juan Manuel de Prada desde su columna de ABC.

“Secretario de Estado de Intoxicación”

En su artículo Catecismo y programa, De Prada considera que el secretario de Estado de “Intoxicación” respondió al Papa con la mezcla de “malicia, bravuconería, tergiversación y argumentos cefalópodos que vienen caracterizando los mensajes que el Gobierno español lanza a las jerarquías eclesiásticas”. 

Ante la aireada aconfesionalidad del Estado que proclama Moraleda, el articulista señala que “se le olvidó, en cambio, añadir que (la Constitución) también recoge que ‘los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica’”.

Los argumentos del secretario de Estado para contrarrestar la alusión de Benedicto XVI “al derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación acorde con sus propios valores y creencias, sin discriminación ni exclusión explícita o encubierta”, son vapuleados por De Prada al considerar que Moraleda “se sale por peteneras y aduce que el Gobierno ‘tiene que atender un programa y no puede atender el catecismo’. Se le olvidó añadir que, antes que un catecismo o un programa, el Gobierno tiene que atender la ley, bajo cuyo imperio se halla mientras no se demuestre lo contrario (aunque no falten los indicios de que ya ha empezado a situarse por encima de ella). Y la ley establece exactamente lo que el Papa demandó”.

“Caspa retórica”

Por último, el articulista califica de “caspa retórica” la afirmación de Moraleda de que “El Ejecutivo garantiza a todos aquellos niños que quieran estudiar religión que lo hagan, pero nunca lo impondría a aquellos que no lo quieran; como nunca impondremos a los ciudadanos una guerra que no quieren ni un estado de las autonomías que no desean, y por eso dejamos que se expresen y decimos que este es el Gobierno de los ciudadanos”.

Juan Manuel de Prada, ante las afirmaciones del secretario de Estado, se plantea las siguientes cuestiones: “¿Podría explicarnos el secretario Moraleda a quién desea intoxicar? ¿Acaso la Iglesia pretende que se imponga la enseñanza de la religión a los niños que no la quieren? ¿En qué catecismo o programa de mendacidad ha aprendido el secretario Moraleda su oficio?

 

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