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Hacia la hora de la verdad

Hacia la hora de la verdad

Lorenzo Contreras 

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&name=contreras&fech=29/07/2006
 
Todo da la sensación de estar pactado entre Zapatero y ETA. Incluso las oscilaciones de Garzón, reincorporando al Juzgado numero 5 de la Audiencia Nacional para apartar al incontrolable Grande-Marlaska, forman parte del guión trazado. Don Baltasar pasa del caliente al frío porque seguramente así está convenido. Pero lo relevante y significativo, en grado mayor, es lo manifestado por el ministro de Justicia, López Aguilar, cuando ha distinguido entre etarras abominables y menos abominables, con ‘Txapote’ como primera referencia. No lo ha dicho así, pero se le ha entendido perfectamente. Y casi en la misma línea de hacer ver que la legalidad tiene sus excepciones —siempre obviando en algún momento la claridad de esta posición—, el magistrado del Tribunal Supremo Joaquín Jiménez, en declaraciones a Deia, periódico nacionalista vasco, ha dicho ambiguamente que “nuestro deber es saber lo que está pasando”. No ha dicho “saber lo que ha ocurrido” para juzgarlo, sino “lo que está pasando”, lo que va evolucionando a tenor de las circunstancias. Sin embargo, el magistrado, en otro momento de la entrevista, es más explícito, diríase que deslumbrantemente claro, cuando sostiene que “el principio de la justicia es el principio de la legalidad, y esto puede llegar a ser inoportuno”. Y por si hacía falta mayor precisión, el magistrado ha añadido que “una vez dictadas las sentencias se abre una fase de adecuación de lo juzgado donde reina, o puede reinar, la oportunidad, sin mengua de la legalidad, porque hay un elemento que es el indulto, que no es arbitrario ni general, y que depende del poder Ejecutivo”. ¿Está claro? Pues por si acaso no lo está, tras esta lección de derecho procesal penal, el señor Jiménez concluye: “Esto puede suponer tragar algunos sapos, pero es legal”.

Ahí queda eso.

Ya se sabe que Zapatero ha establecido en el plazo de un año el momento de la gran decisión sobre los acuerdos con ETA, pero ha advertido que previamente nada se va a saber, porque “cultivaremos el silencio, que es la mejor plataforma para el diálogo”, o incluso el hecho de que el silencio durara sería la mejor señal.

El presidente del Gobierno ha facilitado estas confidencias sobre sus intenciones a un grupo de periodistas en conversación informal. Los interlocutores serán escogidos sobre la base de la mayor discreción porque rinden un servicio al Estado y “hay que preservarlos”, según las propias palabras de ZP. Mientras tanto, el portavoz popular en el Senado, Pío García Escudero, que acusó a ZP de traidor y de “jugar a dos bandas”, apoyó su duro reproche en el hecho de que el PSE (Partido Socialista de Euskadi) “estaba hablando con Batasuna cuando el presidente estaba votando la Ley de Partidos”. Y apoyándola, por supuesto. De manera que García Escudero no dudó en referirse a los pactos que Zapatero puede tener concertados con Batasuna o con ETA, ya que, según el portavoz, que hablaba en un acto de su partido en Las Rozas, Zapatero “no ha desmentido nada sobre la anexión de Navarra o el derecho de autodeterminación, que rompe el modelo de Estado”.

Las informaciones que el mundo etarra recoge al respecto en sus órganos de expresión se caracterizan ahora por una calma asombrosa. Apenas asoman críticas. No parece sino que estas actitudes de no solivianto, incluso cuando detienen a algún militante, pertenecen al marco de lo convenido. Podría decirse sin riesgo de error que el llamado “proceso” va sobre rieles seguros y responde a lo que ETA manifestó recientemente a través de Gara: que existen entre las partes —Gobierno y ETA— “compromisos y garantías”, y que tales realidades, que la banda da por firmes, deben ser tenidas en cuenta y respetadas a la hora de la verdad. Que es, como se sabe, la hora en que el torero entra a matar al toro. Al toro ibérico.
 
 

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