Dios está ganando
Dios está ganando
ZENIT - El mundo visto desde Roma
Código: ZSI06072902
Fecha publicación: 2006-07-29
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Dios está ganando
A pesar de las previsiones, la religión no se desvanece en el mundo moderno,
NUEVA YORK, sábado, 29 julio 2006 (ZENIT.org).- Lejos de desvanecerse a la sombra de la modernidad y la prosperidad, el fervor religioso, de hecho, está aumentando. Este es el tema de un artículo, «Why God is Winning» (Por qué Dios está ganando), publicado en el número de julio-agosto de la revista Foreign Policy.
Los autores, Timothy Samuel Shah y Monica Duffy Toft, explican que una de las confirmaciones más recientes de sus tesis ha sido la victoria el pasado enero en las elecciones palestinas del Partido Hamas.
Tras las elecciones, un seguidor de Hamas reemplazó la bandera que ondea sobre el parlamento con un estandarte proclamando a Mahoma. Poco después, las violentas protestas en muchos países sobre la publicación de las viñetas que caricaturizaban a Mahoma proporcionaron más evidencias de la fuerza del fervor islámico.
Esto no ha sido sólo un incidente aislado, mantienen Shah y Toft. «Voces clamando por la autoridad trascendente llenan los espacios públicos y ganan contextos políticos claves», afirman.
La política inspirada en la religión ha jugado un importante papel en situaciones como la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y la victoria de los nacionalistas hindúes en India en 1998.
En Estados Unidos, los evangélicos han jugado un creciente e importante parte en las elecciones en los últimos años. «La democracia está dando a los pueblos del mundo su voz, y ellos quieren hablar de Dios», observa el artículo.
El fortalecimiento de la religión está teniendo lugar al mismo tiempo en que la democracia y la libertad se extienden por el mundo. La apertura de procesos políticos en países tales como India, Nigeria, Turquía e Indonesia durante la pasada década ha llevado una mayor influencia de la religión en la vida política.
Una tendencia similar está teniendo lugar en cuanto a la vida económica. Aunque la pobreza es todavía un grave problema en muchos países, a un gran número de personas les va mejor en términos económicos. Pero cuando la población del mundo se ha vuelto más rica y más educada no ha dado la espalda a Dios. Un caso a propósito es el rápido desarrollo económico en China, acompañado de un fuerte crecimiento de las creencias religiosas.
Citando datos de la World Christian Enciclopedia, el artículo de Foreign Policy apunta que los dos credos cristianos más importantes – el catolicismo y el protestantismo – y las dos mayores religiones no cristianas – el Islam y el hinduismo – han aumentado su proporción en la población mundial en el año 2000, si se compara con un siglo antes.
Las cuatro religiones juntas sumaban el 50% de la población mundial al comenzar el siglo XX. Esta proporción ha subido al 64% al comenzar el siglo XXI, y podría subir hasta cerca del 70% en el 2025.
Neo-ortodoxia
Pero el despertar religioso no está distribuido, apuntaban Shah y Toft. «El despertar religioso de hoy es menos una vuelta a la ortodoxia religiosa que una explosión de ‘neo-ortodoxias», sostienen.
Estas religiones tienen en común la capacidad de organizarse bien y de tener cierto sentido político. Son rápidas también a la hora de utilizar nuevas tecnologías para llegar a los creyentes y trasladar su número al poder político. Este ha sido el caso de las organizaciones hindúes en India, de la Hermandad Musulmana en Egipto, de Hamas en los territorios palestinos y de los pentecostales en Brasil.
Preocupa, no obstante, que tales grupos puedan ser demasiado extremistas en sus puntos de vista y puedan provocar también conflictos civiles. Pero aunque haya aspectos negativos en algunas aplicaciones del fervor religioso, la religión ha jugado un papel positivo en el apoyo a la democracia y a los derechos humanos en muchos países.
Shah y Taft explicaban esta afirmación en una entrevista en la página web de Pew Forum on Religion and Public Life. En el texto, con fecha 18 de julio, observan que, en los últimos años, la atención se ha centrado en el Islam. Sin embargo, no es sólo una cuestión islámica, y es necesario entender la cuestión islámica en el contexto más amplio de la religión en el mundo.
También admitían que algunos países occidentales, entre ellos las naciones europeas, Canadá y Japón, son bastante seculares. Incluso así, los debates religiosos y los diversos grupos todavía juegan su papel en estos países. En Europa, por ejemplo, muchos debates recientes sobre temas como la entrada de Turquía en la Unión Europea o la inmigración, tienen que ver con el Islam o el papel de la religión en la identidad europea.
Al intentar explicar el auge actual de la religión, Shah y Taft opinan que comenzó un cambio a últimos de los sesenta que se aceleró en los setenta y ochenta. En el mundo en desarrollo, los líderes e ideologías seculares que prometieron progreso comenzaron a fallar. Este fue el caso, por ejemplo, tanto de Egipto como de Irán.
La derrota subsiguiente del comunismo soviético aceleró este proceso, creando un vacío que los grupos religiosos podían llenar. Además, en los últimos tiempos, algunos líderes religiosos «proféticos», desde Juan Pablo II a figuras islámicas, han ejercido un alto grado de autoridad e influencia sobre sus seguidores. La movilización de los creyentes en Estados Unidos ha sido también un importante factor de influencia en la vida política y social, con consecuencias tanto dentro como fuera de Norteamérica.
Sin embargo, hasta hace poco tiempo los analistas daban poco peso al papel de la religión en la política. Esto ha cambiado actualmente y tanto los círculos académicos como los gobiernos se toman la religión de forma más seria.
Resurgir mundial
Otra visión de la religión en el mundo moderno la daba Ronald Inglehart, director de World Values Survey, y profesor de la Universidad de Michigan. Está disponible también en la Pew Web una trascripción de una entrevista a Inglehart en el National Press Club, el 8 de mayo. Se está llevando a cabo una encuesta sobre valores, la quinta, cuyos resultados ser publicarán el año próximo.
Inglehart subrayaba la complejidad de la situación con respecto a la religión. En muchos países la religión está en declive. Pero, continuaba, «hoy hay más personas vivas con creencias religiosas tradicionales que nunca antes en la historia, y son un porcentaje mayor de la población mundial del que eran hace 20 años».
Ha habido secularización debido a los cambios económicos, aunque Estados Unidos puede ser una excepción a este proceso. Pero la secularización tuvo lugar principalmente en el periodo de la industrialización, y todavía avanza en algunos países. Esto ha llevado al declive de la religión en muchos países y al debilitamiento de las religiones establecidas. En muchas naciones occidentales, por ejemplo, ha descendido la asistencia a la iglesia.
No obstante, la situación ha cambiado en las sociedades post-industriales o basadas en el conocimiento. En estos países hay un debate creciente sobre temas relacionados con los valores religiosos, como por ejemplo la cuestión del matrimonio del mismo sexo.
Así, aunque las iglesias tradiciones puede que todavía se enfrenten a muchos desafíos, hay un mayor interés por las cuestiones espirituales entre la población. Las cuestiones de cultura y religión, por tanto, tienen un peso mayor en el mundo de hoy.
Inglehart también precisaba que hay una notable diferencia entre los países económicamente avanzados y los países en desarrollo. El nuevo interés en la religión en los países desarrollados es diferente en el hecho de que aceptan menos la autoridad y está ligado a lo que se denominan creencias new age. En los países en desarrollo, sin embargo, hay considerablemente más énfasis en la religión tradicional y esto no ha cambiado en los últimos años. De hecho, no se están secularizando y ponen más énfasis en la religión tradicional.
Esta divergencia en las actitudes religiosas es una posible fuente de conflictos, observaba Inglehart. Conflicto que no es inevitable, pero hay una línea potencial dentro de la cual puede ocurrir. De este modo la globalización no ha traído consigo una mayor conformidad y convergencia en términos de valores culturales y religiosos. Una situación que sin ninguna duda se estudiará en profundidad en los próximos años.
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