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Nuestro criterio: La tregua que no ha sido

Nuestro criterio: La tregua que no ha sido

Nuestro criterio: La tregua que no ha sido

Análisis Digital - 31/12/2006

El pasado viernes el Presidente del Gobierno lanzaba un mensaje de optimismo respecto al proceso de paz. Hoy ETA, supuesto interlocutor, ha desmentido al Presidente. Otegi, una vez más, ha omitido condenar el atentado mientras su discurso se llenaba de deseos de paz. En una intervención posterior Zapatero hablaba de “suspensión” del diálogo pero, pese a ser preguntado en varias ocasiones al respecto por los periodistas no pronunció la palabra ruptura. Se entiende, pues, que el proceso sigue adelante aunque, y no sabemos bien la semántica de la expresión, con “suspensión” de las negociaciones.

Este sumario de acontecimientos merece algunas reflexiones:

1-El atentado de ETA muestra que la paz pretendida por el terrorismo, y la que desea el pueblo español, no es la misma. La paz del terrorismo consiste en la instauración de un nuevo mapa, que incluye la independencia del País Vasco, y que se entiende como la culminación de un proceso revolucionario.

2-El Gobierno no ha sabido gestionar el llamado proceso de paz. Sucesivos ejecutivos han caído en el error de querer capitalizar electoralmente el éxito que supondría poder anunciar de forma definitiva el cese de toda actividad terrorista. Pero, por la misma naturaleza del mal al que nos enfrentamos, no corresponde a un solo partido, ni siquiera a un gobierno en solitario, acaparar el diálogo. Es preciso un pacto de Estado entre los principales partidos y lo más amplia posible, de manera que con independencia del gobernante se pueda llevar a cabo una lucha eficaz que culmine con el fin de ETA.

3-El atentado de esta mañana es el claro exponente de que el “supuesto” diálogo ha sido en todo momento dirigido por ETA. Como entre sus objetivos no está la paz deseada por todos, sino una muy particular, que incluye concesiones impensables en un estado de derecho, y que son una afrenta a la justicia, el atentado terrorista es considerado por ellos un medio legítimo. De ahí también que Otegi, al tiempo que se solidariza con las victimas del atentado, no condene la acción de ETA.

4-Cabe preguntarse si la actitud del Presidente del Gobierno no encubre un engaño a la opinión pública. ¿Qué significa hablar de “suspensión” del diálogo y negarse a emplear el término “ruptura”? ¿Se estaba haciendo un guiño a los terroristas? ¿Hemos de temer que, bajo mano, se hagan concesiones que resultarían inasumibles para la mayoría de los españoles? La forma como el ejecutivo ha tratado a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, así como la “delicadeza” manifestada con etarras confesos permiten alimentar esa sospecha. Con Zapatero no estamos ciertos del rumbo del ejecutivo. Falta claridad.

5-Zapatero y sus colaboradores, deberían atender las voces de los que desde distintos medios de comunicación o instancias políticas o sociales, les habían alertado sobre la falsa tregua, rota sin previo aviso, y sobre el peligro de que todo el “proceso” mas que servir a la paz sirviera a la causa terrorista.

6-Conviene recordar, como ha hecho el Arzobispo de Madrid, siguiendo la reciente instrucción pastoral de la CEE, que el terrorismo, además de causar víctimas humanas y daños materiales, provoca un grave deterioro moral de la sociedad. Ese punto no debe olvidarse, porque a la hora de abordar el fin del terrorismo, cada día que pasa y cada paso que se da repercute de forma directa en el conjunto de la ciudadanía, influyendo en su percepción de los valores, del amor a su patria y del mismo respeto a la persona.

En esta valoración de urgencia se señalan algunos aspectos sobre los que deberíamos reflexionar todos, y muy especialmente quienes tienen responsabilidades de gobierno en nuestro país.

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