22 mayo Ustedes darán testimonio
Ustedes darán testimonio
Fuente: Catholic.net
Autor: Xavier Caballero
Juan 15,26. 16,4.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.
Reflexión
Para oír basta con no estar sordo. Para escuchar hacen falta muchas otras cosas: tener un alma despierta; abrirla para recibir al que, a través de sus palabras, entre en ti; ponerte en la misma longitud de onda que el que está conversando con nosotros; olvidarnos por un momento de nosotros mismos y de nuestros pensamientos para preocuparnos por la persona y los pensamientos del prójimo. ¡Todo un arte!
Este relacionarse, «ser social», es algo propio, natural de todo hombre. "La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación". (Gaudium et Spes, nn. 24-25)
El mensaje que Jesús nos propone hoy retumba fuertemente en el mundo actual. Nos promete que nos enviará al Consolador. Nos dice que daremos testimonio de Él. Y nos previene para que no nos escandalicemos: seremos perseguidos, calumniados, e incluso, muchos morirán en su nombre. Este es el resumen del cristianismo a lo largo de dos milenios. Un Espíritu que sopla y conforta. Un testimonio único e invaluable de caridad cristiana. Un número incontable de mártires y defensores de la fe. Para un enfermo es la compañía sonriente la mejor de las medicinas. Para un anciano no hay ayuda como un rato de conversación sin prisas y un poco de comprensión. El indigente necesita más nuestro cariño que nuestra limosna. Para el parado es tan necesario sentirse persona trabajando como el sueldo por el trabajo que le pagarán. Y es que la esencia del cristianismo es la caridad. No hay tarea más hermosa que dedicarse a tender puentes hacia los hombres y hacia las cosas. Sobre todo en un tiempo en que abundan los constructores de barreras.
En un mundo de zanjas ¿qué mejor que dedicarse a la tarea de superarlas? En este sentido, tenemos un gran ejemplo en Juan Pablo II. Un cristiano auténtico que supo acoger en su alma al Espíritu Santo. Que dió testimonio de Cristo en todo el mundo. Que vivió la caridad y aceptó el dolor por el bien de la Iglesia y del Reino de Dios.
Cuando un jugador de fútbol de la talla del croata Savor Šuker, describe su encuentro con el Papa Juan Pablo II dice: «Este encuentro con el Papa, para mí, vale más que cualquier victoria en un partido de fútbol. Yo soy futbolista, pero lo que realmente queda en la vida son otras cosas, y entre éstas, el testimonio de fe que el Santo Padre ofreció a todo el mundo».. O aquella del chileno Marcelo Salas, tras haber saludado al Papa por primera vez: «No sé ni siquiera describirlo. He experimentado una alegría inolvidable. He soñado con encontrarle a lo largo de muchos años. He tenido una oportunidad excepcional».
Todo cristiano está llamado a dar testimonio de fe, de amor y de santidad. Ojalá que quien se acerque a nosotros se quede marcado para siempre, no por nuestra personalidad o nuestras cualidades, sino porque somos reflejo del amor de Cristo al hombre, a todo hombre. Que se diga de nosotros lo mismo que se decía sobre los primeros cristianos: «¡Mirad, cómo se aman!».
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Treinta días de oración a la Reina del Cielo. A lo largo del mes de mayo, tengamos a María presente en nuestro corazón y en nuestros hogares, entregándole un ramo de Rosas de oración.
Catholic.net busca unir los esfuerzos de todos los católicos en la red, con el fin de dar una mayor visibilidad y promoción al trabajo evangelizador que realizan las diversas instituciones y realidades eclesiales en Internet, brindando además, servicios de alta calidad y contenidos fieles al Magisterio de la Iglesia.
Fuente: Catholic.net
Autor: Xavier Caballero
Juan 15,26. 16,4.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho.
Reflexión
Para oír basta con no estar sordo. Para escuchar hacen falta muchas otras cosas: tener un alma despierta; abrirla para recibir al que, a través de sus palabras, entre en ti; ponerte en la misma longitud de onda que el que está conversando con nosotros; olvidarnos por un momento de nosotros mismos y de nuestros pensamientos para preocuparnos por la persona y los pensamientos del prójimo. ¡Todo un arte!
Este relacionarse, «ser social», es algo propio, natural de todo hombre. "La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación". (Gaudium et Spes, nn. 24-25)
El mensaje que Jesús nos propone hoy retumba fuertemente en el mundo actual. Nos promete que nos enviará al Consolador. Nos dice que daremos testimonio de Él. Y nos previene para que no nos escandalicemos: seremos perseguidos, calumniados, e incluso, muchos morirán en su nombre. Este es el resumen del cristianismo a lo largo de dos milenios. Un Espíritu que sopla y conforta. Un testimonio único e invaluable de caridad cristiana. Un número incontable de mártires y defensores de la fe. Para un enfermo es la compañía sonriente la mejor de las medicinas. Para un anciano no hay ayuda como un rato de conversación sin prisas y un poco de comprensión. El indigente necesita más nuestro cariño que nuestra limosna. Para el parado es tan necesario sentirse persona trabajando como el sueldo por el trabajo que le pagarán. Y es que la esencia del cristianismo es la caridad. No hay tarea más hermosa que dedicarse a tender puentes hacia los hombres y hacia las cosas. Sobre todo en un tiempo en que abundan los constructores de barreras.
En un mundo de zanjas ¿qué mejor que dedicarse a la tarea de superarlas? En este sentido, tenemos un gran ejemplo en Juan Pablo II. Un cristiano auténtico que supo acoger en su alma al Espíritu Santo. Que dió testimonio de Cristo en todo el mundo. Que vivió la caridad y aceptó el dolor por el bien de la Iglesia y del Reino de Dios.
Cuando un jugador de fútbol de la talla del croata Savor Šuker, describe su encuentro con el Papa Juan Pablo II dice: «Este encuentro con el Papa, para mí, vale más que cualquier victoria en un partido de fútbol. Yo soy futbolista, pero lo que realmente queda en la vida son otras cosas, y entre éstas, el testimonio de fe que el Santo Padre ofreció a todo el mundo».. O aquella del chileno Marcelo Salas, tras haber saludado al Papa por primera vez: «No sé ni siquiera describirlo. He experimentado una alegría inolvidable. He soñado con encontrarle a lo largo de muchos años. He tenido una oportunidad excepcional».
Todo cristiano está llamado a dar testimonio de fe, de amor y de santidad. Ojalá que quien se acerque a nosotros se quede marcado para siempre, no por nuestra personalidad o nuestras cualidades, sino porque somos reflejo del amor de Cristo al hombre, a todo hombre. Que se diga de nosotros lo mismo que se decía sobre los primeros cristianos: «¡Mirad, cómo se aman!».
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Treinta días de oración a la Reina del Cielo. A lo largo del mes de mayo, tengamos a María presente en nuestro corazón y en nuestros hogares, entregándole un ramo de Rosas de oración.
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