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EL VALOR PERSONAL DEL POLÍTICO. Por Evaristo de Vicente

EL VALOR PERSONAL DEL POLÍTICO. Por Evaristo de Vicente

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15-05-2006
 
Por tanto pienso que además de que la UE “rescate su identidad en torno a sus valores fundacionales”, que ciertamente hace falta, es quizá más necesario que, en las sedes donde se votan las leyes de turno, los partidos con raigambre y electorado cristiano, se comporten, en el momento de estar en el Parlamento Europeo y en los parlamentos de los distintos países, de modo coherente con su fe.

 


 
 
“La UE debe afrontar una afirmación de su identidad en torno a sus principios y valores fundacionales así como a su herencia cultural; el relativismo y la ambigüedad en torno a la libertad y a los principios del Estado de Derecho ahondan incertidumbres, cuando lo que precisa la UE son certezas”. Son éstas afirmaciones que ha hecho un partido político concreto –el Partido Popular— en su Convención Nacional; pero al margen de quien haya puesto sobre el tapete el “relativismo y la ambigüedad” de la Unión Europea, en sí mismo es un requerimiento que están clamando explícita o implícitamente los ciudadanos europeos.

Hay que reconocer que a raíz del fracaso de las consultas populares sobre la Constitución Europea en Francia y en Holanda, ya nadie duda de que, en gran medida, se debió a la falta de “objetivos fundamentales” en su formulación. Principios rectores y fundamentales que faltan incluso –para que quede clara nuestra imparcialidad— en el propio partido que hace ahora esta propuesta; pues todavía revolotean en la sala de la UE las papeletas que aprobaban la resolución el pasado 18 de enero con los votos también de muchos de los populares europeos, declarando «homofóbicos» a los países que dificultaran la propagación de la homosexualidad en Europa (por supuesto que esta resolución contaba con todos los votos a favor del Partido Socialista Europeo, de los Verdes, y Comunistas).

Esto por citar un ejemplo europeo, y por referirme ahora a uno doméstico de esa falta de principios en la política o peor, de la falta de coherencia dentro de los partidos, recordaré lo acontecido el 13 de febrero en Cataluña, es decir, el lamentable espectáculo ofrecido por el partido teóricamente con “valores fundacionales” cristianos en su seno –el CIU de Mas y Duran— y que sin embargo no se opusieron al Título I del Estatut Catalán donde se está dando vía libre a aborto, eutanasia e impedimento de una asignatura de la religión en la pública. Por supuesto, los partidos catalanes PSC y el PSOE, IU-ÍC y ERC, partidos claramente laicistas, han votado “coherentemente” a favor de estos “principios” que van contra la dignidad de la persona y contra la libertad.

Por tanto pienso que además de que la UE “rescate su identidad en torno a sus valores fundacionales”, que ciertamente hace falta, es quizá más necesario que, en las sedes donde se votan las leyes de turno, los partidos con raigambre y electorado cristiano, se comporten, en el momento de estar en el Parlamento Europeo y en los parlamentos de los distintos países, de modo coherente con su fe. De qué valdría que en los preámbulos de la Constitución Europea –que tan vehementemente se discutió— se diga en letras mayúsculas y esculpidas en oro, que la Constitución Europea hunde sus raíces en los principios cristianos, si después, los representantes en la eurocámara, o en los parlamentos de las distintas naciones, actúan como si no fueran hijos de esos principios; y, desde luego con actuaciones incoherentes con sus creencias y el contenido de la papeleta a la hora de ir a votar. O dicho de otro modo, no responden con coherencia a sus votantes, que los eligieron pensando que actuarían con principios cristianos después de ser elegidos.

Donde sí hay una coherencia y exquisita unión es en los partidos socialistas –basta mirar al español— donde avanzan con “unidad de criterio” y no se apartan ni un ápice de sus principios: no a la religión en las aulas, o más ampliamente, erradicación de Dios de la sociedad, la aberración del “matrimonio” homosexual, el avance en el aborto con proyectos o intentos de llegar a conseguirlo “libre y gratuito”, etc.

Sí, “rescatar en la Unión Europea los valores fundacionales”, pero acto seguido, coherencia con esos principios que cada político tiene en sí mismo y que para eso fueron elegidos por sus ciudadanos. Por eso es más urgente y es lo primero, que el político sea coherente con los “valores” que dijo que iba a defender si era votado y no hacerse traición a sí mismo ni a sus votantes. De lo contrario podríamos estar en una cadena sin fin de “más de lo mismo”. No han de cambiar tanto las estructuras como el valor personal de los políticos.


 
FUENTE : Análisis Digital. 07/03/06
 

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