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Los tahúres del Guadalquivir

Los tahúres del Guadalquivir
NO tiene sentido sacrificar el consenso del Estatuto de Andalucía por negarse a una frase tan inofensiva e insustancial como ésa del párrafo décimo del preámbulo: «La Constitución Española, en su artículo 2, reconoce la realidad nacional de Andalucía como una nacionalidad».

Eso sí, cabe decir lo mismo en sentido contrario: no tiene sentido sacrificar el consenso del Estatuto de Andalucía por mantener una frase tan retórica y tan hueca como ésa del décimo párrafo del preámbulo.

De todos modos, habría que ser muy ingenuo para creer que ahí está el problema. La frase de marras sólo ha sido la coartada maximalista para escenificar un desencuentro táctico bastante artificial: el PSOE ha instrumentalizado el Estatuto andaluz para amortiguar la bronca del Estatut, y el PP ha instrumentalizado el Estatuto andaluz para mantener su campaña de 'España se rompe'. Esto es un juego de tahúres. Tanto socialistas como populares han maniobrado de farol para llevar a su rival a una situación perdedora que le obligue a mostrar cartas, aunque ninguno de los dos cedió en la mano del martes en las Cortes.

En fin, en algo tiene razón Chaves: hablar de rupturismo andaluz es un mal chiste. Y en algo tiene razón Arenas: hablar de 'realidad nacional' también es un mal chiste. ¿Por qué se empecinan unos y otros en hacer política como si ésta fuera un mal chiste?

El caso es que Chaves está sacando adelante el estatuto con menos apoyo en España, al nivel del naufragado Plan Ibarretxe, cuya fragilidad le parecía escandalosa a los socialistas hace sólo un par de años. A cambio de esto, en el PSOE están persuadidos de que el PP va a repetir el error histórico de 1980: dar la espalda a Andalucía. Seguramente eso funcionará, a pesar de que las cosas han cambiado: en 1980 la izquierda defendían la causa del igualitarismo en interés de Andalucía, y ahora respaldan un sistema insolidario en interés del PSOE.

Con todo, el consenso es posible porque el conflicto es artificial. Pero no quieren. Ambos se han resistido y se van a resistir porque están jugando, y el final del juego es dejar pelado al otro, como los viejos tahúres del Mississipi, ahora en el Guadalquivir.

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