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El proyecto Gran Simio: ¿genialidad o esperpento?

El proyecto Gran Simio: ¿genialidad o esperpento?

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Estos días pasados un partido político ha tomado la iniciativa de solicitar la adhesión de España al Proyecto Gran Simio. Se trata de una iniciativa surgida en 1993, -con poca difusión y menos adhesiones institucionales, hasta ahora- que agrupa a personas provenientes de diversos ámbitos científicos sobre todo del área anglosajona. Su idea se plasmó en la Declaración de los Grandes Simios Antropoideos, y en un libro con las aportaciones de esos diversos autores: El Proyecto Gran Simio: la igualdad más allá de la humanidad (1993).

A la cabeza del proyecto, y coordinando este libro está Peter Singer (Melbourne, 1946). El libro muestra no solo la diversidad de enfoques –propia de una obra de colaboración-, sino una gran confusión e incluso contradicciones en los razonamientos que se exponen. La idea común, sin embargo, es la que viene recogida en el título del libro: más allá de la comunidad que formamos los hombres, “exigimos que la comunidad de los iguales se haga extensiva a todos los grandes simios: los seres humanos, los chimpancés, los gorilas y los orangutanes” (Declaración).

No se trata, por tanto, de una propuesta de tratar mejor a un tipo de animales determinado: los simios. Esta mejora ha ido creciendo en los últimos tiempos, y en estos momentos tenemos legislación, tanto española como europea, que protege los derechos de los animales.

Por el contrario, se trata de la propuesta de un cambio antropológico: el hombre no debe mirarse a sí mismo como algo específico, sino como formando parte de un común en el que entran también los simios. Como consecuencia los derechos que reconocemos a los humanos, por el hecho de serlo, deben aplicarse también a estos animales.

La cercanía genética, y algunas habilidades que se encuentran en estos animales que tienen un cierto parecido con el comportamiento humano, se asumen como fundamento de la identificación sustancial con el hombre.
Se hace desaparecer la especificidad del ser humano por algunos parecidos que se encuentran en otros seres, cuando hasta ahora hemos entendido que, aunque haya algunos parecidos, e incluso una gran cercanía genética, el hombre es una criatura totalmente distinta porque es racional y libre. Por ello, también nuestra cultura ha reconocido en el ser humano, por el hecho de serlo, unos derechos que lo hacen dotado de dignidad e inconmensurable. Y eso se lo reconocemos al hombre, sea niño o anciano, listo o torpe, sano o enfermo; sea cual sea su condición le reconocemos la dignidad de ser humano.

Peter Singer, por el contrario cifra la fuente de la dignidad no en ser humano, sino en el ejercicio de algunas cualidades que define de una forma u otra según los casos: sentir o no dolor, ser capaces de hacer un proyecto de vida o no, tener capacidad autónoma de relacionarse con los otros… Esto le lleva a afirmar que sólo el hombre que tenga esas capacidades será persona, y a su vez si un animal tiene algo de esas capacidades se le podrá considerar persona. Un niño pequeño no es una persona mientras que un gorila adulto sí lo es. Por tanto si no nos deshacemos del niño es por sentimentalismo, pero no porque tenga ningún derecho.

Él mismo hace algunas aplicaciones prácticas de su pensamiento: “algunas personas nacen con discapacidades psíquicas irreparables. La vida de estos seres humanos no es superior o más valiosa que la de los perros, los cerdos o las vacas”, o “antes prefiero un experimento con un embrión humano excedente que con una cobaya” (Babelia, 2002)

Ciertamente todas estas afirmaciones chocan contra nuestra cultura y quizás por eso han tenido, hasta ahora, muy poco predicamento. Sin embargo ahora se plantea la adhesión de toda España a este proyecto. ¿Quizá hasta este momento había pasado desapercibida esta genialidad, y sólo ahora ha sido descubierta, o estamos a punto de dar un paso esperpéntico?

Cada uno piense lo que quiera, pero indudablemente de lo que apoyemos o rechacemos surgirá la sociedad en la que viviremos dentro de unos años. Imaginemos qué sociedad deseamos, y cómo nos gustaría que fuera, y defendamos unos proyectos u otros. No caigamos en la alabanza de los magníficos vestidos del rey, si lo que vemos es que el rey va desnudo.

Pulicado en Canarias7 07-05-2006

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