Educación Estupidez universitaria Un curso obligatorio para algunos recién llegados es "La insoportable blanquedad de Barbie". Es un curso donde la profesora Elizabeth J. Chin explora la manera en que "el racismo científico ha sido utilizado en la creación de Barbie".
Educación Estupidez universitaria Un curso obligatorio para algunos recién llegados es "La insoportable blanquedad de Barbie". Es un curso donde la profesora Elizabeth J. Chin explora la manera en que "el racismo científico ha sido utilizado en la creación de Barbie".
Educación Estupidez universitaria
Walter Williams
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opi_desa_32785.html
Un curso obligatorio para algunos recién llegados es "La insoportable blanquedad de Barbie". Es un curso donde la profesora Elizabeth J. Chin explora la manera en que "el racismo científico ha sido utilizado en la creación de Barbie".
Empezará pronto el semestre de otoño en nuestras universidades. Puede que le interese saber a qué se dedica el dinero de padres y contribuyentes en demasiadas de esas "instituciones de educación superior".
En el Occidental College de Los Ángeles, un curso obligatorio para algunos recién llegados es "La insoportable blanquedad de Barbie". Es un curso donde la profesora Elizabeth J. Chin explora la manera en que "el racismo científico ha sido utilizado en la creación de Barbie" o una "interpretación de la película 'The Matrix' como crítica marxista al capitalismo". Los estudiantes de la Universidad Johns Hopkins pueden apuntarse a un curso llamado "Sexo, drogas y Rock 'n' Roll en el antiguo Egipto". En el curso se incluyen diapositivas de mujeres del antiguo Egipto "vomitando unas sobre otras", "teniendo relaciones" o "arreglándose el pelo".
Los estudiantes de la Universidad de Harvard pueden acudir a "Conceptos marxistas del racismo", que examina "el papel del avance y la expansión capitalistas a la hora de crear desigualdades raciales". Puede usted apostar a que no habrá mención al genocidio en África o en antiguos regímenes comunistas como Yugoslavia. La Young America's Foundation and Accuracy in Academia publica listas de cursos como éstos, en muchos otros centros, que no son nada más que adoctrinamiento estudiantil realizado con deshonestidad académica.
Los padres pagan una matrícula media de 21.000 dólares, y en algunos centros de más de 40.000, para exponer a sus hijos al antiamericanismo y a estupideces académicas como éstas. Según un estudio del año 2000 del American Council of Trustees and Alumni, "Perdiendo la memoria de América: analfabetismo histórico en el siglo XXI", ni una de los 50 principales universidades exige haber aprobado un curso de historia norteamericana a sus licenciados.
Una encuesta llevada a cabo por el Center for Survey Research and Analysis de la Universidad de Connecticut daba una nota de insuficiente o muy deficiente al 81% de dichos licenciados en su conocimiento de la historia norteamericana. Los estudiantes no sabían qué era Valley Forge ni podían identificar palabras del discurso de Gettysburg; ni siquiera los principios básicos de la Constitución. Una encuesta difundida por el McCormick Tribune Freedom Museum concluye que los adultos estadounidenses identificaban con mayor facilidad a los personajes de los dibujos animados de Los Simpson que las libertades garantizadas en la Primera Enmienda.
La deshonestidad académica no termina con cursos estrambóticos y ausencia de un plan de estudios sólido; también hay un sistema de evaluación fraudulento, llamado de manera eufemística "inflación de notas". Por ejemplo, el Comité de Política Educativa de Harvard descubrió que algunos profesores concedían sobresalientes en función del trabajo diario. Un estudio del Boston Globe concluye que el 91% de los licenciados de Harvard se graduaron con honores, lo que significa todo sobresalientes y algún notable.
Dudo que estos licenciados "con honores" aprobasen un examen de graduación del instituto de 1950. Según el 2003 National Assessment of Adult Literacy del Departamento de Educación, apenas un 31% de los licenciados tenía nociones de prosa, apenas un 25% en lectura y un 31% en matemáticas.
¿A quién hay que culpar del estado cada vez más triste de las universidades de Estados Unidos? Es tentador culpar a profesores y administradores de los campus y, sí, comparten una parte de la responsabilidad por zafarse de su deberes académicos. Pero el grueso de la culpa se encuentra en los claustros, que ostentan la responsabilidad definitiva de lo que sucede en el centro.
Desafortunadamente, los miembros de los claustros saben poco de lo que sucede en sus instituciones. La mayor parte de ellos tienen su tiempo ocupado con obligaciones no universitarias. Como tales, son simples loros que a la hora de tomar decisiones tienen que depender de información que, incompleta o parcial con frecuencia, les es entregada por el presidente o el rector.
Un buen remedio sería que los claustros contratasen un defensor en el campus cuyo personal rindiera cuentas exclusivamente al claustro. Durante mi breve periodo lectivo como miembro del claustro de una importante universidad de la Costa Este, hice esta sugerencia solamente para que se me preguntase por parte del presidente si acaso no confiaba en él. Mi respuesta fue que sí, pero que quería una verificación
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