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La educación perdida

La educación perdida


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El tema educación o, para ser más precisos, la crisis educativa, ha vuelto a instalarse en la opinión pública a partir de algunas publicaciones nacionales sobre la deserción en las escuelas primarias. La cifra de más de 700.000 niños que abandonan o no concluyen sus estudios primarios podría calificarse, sin ninguna exageración, como escandalosa.

Lo más lamentable de todo es que estas cifras y este estado deplorable de la educación ocurren en el país que produjo una de las hazañas educativas más formidables a fines del siglo XIX y principios del XX, una transformación educativa que despertó el asombro del mundo y fue inédita en América latina.

Como muy bien se han encargado de señalar los expertos: el estado de la educación de una sociedad es una radiografía del estado mismo de la sociedad. No es casualidad que los países más desarrollados y más equitativos sean, al mismo tiempo, los que sostienen una oferta educativa más amplia e integradora. Tampoco es casualidad que la miseria, el atraso y la pobreza estén conectados con altos índices de analfabetismo.

Sin ir más lejos, para 1910 la Argentina estaba calificada entre los diez países más avanzados del mundo. En ese contexto, la revolución educativa promocionada por Sarmiento, Mitre, Roca y los dirigentes de la Generación del '80 había permitido que, en menos de treinta años, un país con un ochenta por ciento de analfabetos se convirtiera en una nación con la mayoría de sus habitantes alfabetizados.

La crisis educativa en la Argentina no es nueva, pero es imperdonable que la clase dirigente no sea capaz de elaborar una salida a la altura de los desafíos que nos aguardan en el futuro. La crisis alcanza a todos los niveles de la enseñanza, pero es en el primario donde sus efectos son más devastadores o ponen en evidencia los límites de quienes deberían preocuparse por empezar a revertir esta realidad.

Para Sarmiento, la educación siempre estuvo vinculada con la igualdad de oportunidades, la movilidad social y la construcción de un ciudadano capaz de decidir en el espacio público. De allí su consigna "educar al soberano". Esta estrategia, por diferentes motivos, se ha devaluado, ha perdido vigencia y hoy no nos queda otra alternativa que mirar con nostalgia un tiempo de progreso y civilización que parece irrecuperable.

La deserción escolar está relacionada con la falta de horizontes económicos, con la destitución de los valores en la familia, con las recurrentes crisis económicas y con un sistema educativo que no es capaz de dar las respuestas que los sectores carecientes reclaman o necesitan.

La reforma educativa que la Argentina debe llevar a cabo tiene que ver con las asignaciones presupuestarias, pero también con la elaboración de estrategias destinadas a promover un cambio significativo. En el siglo XIX, la educación primaria preparaba al ciudadano para desenvolverse en la vida y le daba instrumentos para entender el mundo en que vivía. Hoy, este beneficio no está presente en los planes educativos y, sobre todo, no está presente en los sectores económicamente más atrasados.

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