La manipulación sutil de TVE
La manipulación sutil de TVE
31.05.06 @ 14:00:28. Archivado en Análisis
Daniel Ruiz
Desde los tiempos primitivos del cine soviético sabemos que una de las formas más eficaces de manipulación es a través de la utilización y la estructuración inteligente de las imágenes. La elección de un punto de vista concreto, el corte de un plano en un momento preciso o la combinación de determinadas imágenes constituyen formas habituales de manipulación que, por sutiles, escapan al control de todos aquellos que pretenden velar por la equidad y la objetividad en la difusión de cualquier información, sobre todo aquellas que tienen una naturaleza marcadamente política. Desde luego, lo visto ayer en la retransmisión televisiva del Debate sobre el Estado de la Nación deja en pañales las propuestas propagandísticas de grandes como Eisenstein o Rieffehnstal, que al lado de la emisión de La Dos parecen ingenuos juegos de niños. Porque si por algo se caracteriza la retransmisión del Debate a cargo del Ente Público es por su fina sutileza a la hora de plantear su propuesta manipulada de la realidad. Una sutileza que, por supuesto, escapa al contenido y se refleja en detalles visuales mínimos que resulta difícil de percibir inicialmente pero que, a la larga, pueden ejercer una influencia determinante sobre la valoración del espectador.
Existieron diferencias objetivas entre las dos retransmisiones principales del día, la del presidente, Rodríguez Zapatero, y la del líder del PP, Mariano Rajoy. Diferencias que se plasmaron en el tratamiento visual de una y otra comparecencia. Durante la intervención del presidente, el objetivo no se desplazó ni una sola vez a la zona del hemiciclo ocupada por la oposición. Tan sólo se recogían planos medios de sus compañeros de grupo, sobre todo de los ministros, que siempre aparecían asintiendo. Pero hay más. A lo largo de los 40 minutos de comparecencia del presidente, la cámara no se retiró de Rodríguez Zapatero en más de 10 ocasiones. El plano era totalmente estático. Igualmente, cada nuevo aplauso surgido espontáneamente en la zona del hemiciclo socialista era seguido por la cámara; en esos casos, el plano recogía al 100% todo el hemiciclo, sin dejar ningún espacio sin bancas dentro de la imagen. El seguimiento de la comparecencia de Rajoy fue bien distinto. Primero, porque al contrario que el presidente, su intervención fue salpicada de imágenes no de su grupo, sino de los diferentes miembros del Gobierno, que aparecían componiendo muecas burlescas, de reprobación o de indiferencia. Segundo, porque la cámara reprodujo a Rajoy de manera menos persistente que a Zapatero. Se reprodujeron bastantes más planos de reacciones al discurso, con lo que la difusión icónica de Rajoy en el atril tuvo menor fuerza. Y tercero, los aplausos a Rajoy no eran recogidos mediante una reproducción a plano completo del aforo ocupado por la oposición, sino tan sólo de una parte, con lo que la impresión de éxito resultaba más pobre.
Estos “tics” de la producción fueron debidamente acompañados por una escenografía bastante eficaz del Grupo Socialista, que interrumpió hasta 30 veces la comparecencia de su líder, más del doble de veces que los populares (13 en total) a la alocución de Rajoy.
No me cabe duda de que se trata de elementos totalmente estudiados, ya que el Debate sobre el Estado de la Nación es uno de los acontecimientos más sujetos al control y la observancia por parte de los distintos grupos con representación en el Parlamento. Se trata de elementos tan sutiles que resulta difícil aludir a ellos sin caer en el bochorno o el exceso de perspicacia. Pero al fin y al cabo, son elementos que informan, y que transmiten determinadas connotaciones que son percibidas involuntariamente por el espectador. Particularmente, considero que los dos discursos fueron bastante mediocres y aburridos, pero confieso que me divertí con este juego de sutilezas que merecería toda una tesis doctoral. Desde aquí, por tanto, mi agradecimiento a la Inteligentzia de TVE. Parece que han decidido hacer de estos debates algo menos soporífero.
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