¿También juega Dios en el Mundial?
¿También juega Dios en el Mundial?
La otra noche los españoles nos alegramos con la victoria de España, frente a Túnez. Para los católicos, el fútbol también puede ser una manera de encontrarnos con el Señor, de seguirlo y de caminar hacia la santidad. En el juego podemos reconocer valores nobles como el trabajo en equipo, el juego limpio, la solidaridad, la unidad y el compañerismo. Aunque a veces descubrimos amenazas, una desmedida exaltación de ídolos, la rivalidad, la mercantilización del deporte, la violencia, por ejemplo en muchos casos.
Juan Pablo II definía al fútbol como “una forma de juego, simple y complejo a la vez, en el que la gente siente alegría por las extraordinarias posibilidades físicas, sociales y espirituales de la vida humana”. Y hoy Benedicto XVI, ha dicho “la fascinación por el fútbol consiste, esencialmente, en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos: ayuda al hombre a autodisciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole como puede enfrentarse con los otros de una forma noble”.
No hay que separar al fútbol de Dios, hablemos de Dios en el estadio, hablemos de los valores del fútbol en el hogar, en nuestras reuniones y en nuestro trabajo. Así estaremos aprovechando la oportunidad de descubrir y estimular valores en el fútbol y en sus hinchas.
Elena Baeza Villena
La otra noche los españoles nos alegramos con la victoria de España, frente a Túnez. Para los católicos, el fútbol también puede ser una manera de encontrarnos con el Señor, de seguirlo y de caminar hacia la santidad. En el juego podemos reconocer valores nobles como el trabajo en equipo, el juego limpio, la solidaridad, la unidad y el compañerismo. Aunque a veces descubrimos amenazas, una desmedida exaltación de ídolos, la rivalidad, la mercantilización del deporte, la violencia, por ejemplo en muchos casos.
Juan Pablo II definía al fútbol como “una forma de juego, simple y complejo a la vez, en el que la gente siente alegría por las extraordinarias posibilidades físicas, sociales y espirituales de la vida humana”. Y hoy Benedicto XVI, ha dicho “la fascinación por el fútbol consiste, esencialmente, en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos: ayuda al hombre a autodisciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole como puede enfrentarse con los otros de una forma noble”.
No hay que separar al fútbol de Dios, hablemos de Dios en el estadio, hablemos de los valores del fútbol en el hogar, en nuestras reuniones y en nuestro trabajo. Así estaremos aprovechando la oportunidad de descubrir y estimular valores en el fútbol y en sus hinchas.
Elena Baeza Villena
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