La gran riqueza de la vida
La gran riqueza de la vida
Es tanta la riqueza de la vida, la de cualquier persona, que resulta muy difícil hacer uso de ella, en forma adecuada y conveniente, si no se sabe apreciar lo que vale cada una de esas cosas pequeñas de las que está llena esa vida. Unas son comunes para todas las personas y otras no, pero existe relación entre ellas que conviene saber aprovechar. Si no se cuida esa relación aparece el distanciamiento entre unas personas y otras por falta de afinidad; por falta de entendimiento en tantas y tantas cosas pequeñas que llenan la vida de cada persona. La gran riqueza de la vida se muestra, especialmente, en la atención con la que se cuidan las cosas pequeñas que tienen que ver con otras personas que tienen más dificultades que uno mismo para hacerse un hueco en la sociedad. Cuando se ignora a esas personas se está haciendo mal uso - a veces perverso - de la gran riqueza que hay en la vida de cada persona.
Toda persona, por mucho que tenga, siempre necesita un detalle de cariño, un algo que le haga darse cuenta de que existe - como ser humano - para los demás. A las personas se las quiere por su capacidad y calidad de reacción ante todas y cada una de las condiciones a las que se ve sometida a lo largo de su vida. Ese cariño es el premio que reciben por el uso que hicieron de la gran riqueza de su vida. No se trata de homenajes públicos, sino de algo tan sencillo como la percepción de un simple gesto de agradecimiento de alguien, al que ni siquiera se conoce. Esos gestos amables y sinceros, que brotan del corazón, constituyen signos de la gran riqueza de la vida de cualquier ser humano. Es generosidad del alma.
A veces se impide, o se coarta, esa generosidad por razones de conveniencia de algún proyecto que tiene unos fines determinados que no son los más adecuados para la sociedad. Es entonces el momento de hacer valer, con gran ilusión, la gran riqueza de la vida humana. En la adversidad tiene que mostrarse, con toda la fuerza del alma, el gran valor de la generosidad. Esa es la ocasión en la que la verdad ha de ser expuesta con los razonamientos más inteligentes, sin que en ellos aparezca algo desagradable o hiriente para quienes defienden alguna opción diferente, que no puede ser aceptada por razones claras y concretas.
Con esas cosas pequeñas de buen trato y consideración que se dispense a quienes son adversarios en la forma de entender la sociedad, se logra un ambiente de amabilidad y de respeto que facilita la labor a desarrollar; que no es solo la de modificar un proyecto sino algo mucho más importante. Se ha de tratar, siempre, que la convivencia humana sea muy buena. Tan buena que permita que los detalles pequeños de amabilidad y respeto se aprecien como en realidad deben ser, como muestras de verdadero cariño hacia todas las personas.
La gran riqueza de la vida, la de la gran capacidad del alma para querer a todo el mundo, hay que hacerla efectiva sin reserva alguna, con total generosidad. En las cosas pequeñas de la vida, en esas que son las que continuamente se nos presentan, toda persona tiene la oportunidad de mostrar la gran riqueza de su alma. Así, nuestra sociedad mejoraría.
Manuel de la Hera Pacheco.- 21.Abril.2006.-
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